Entrada # 3
¡Bienvenidos a la tercera entrada de estos Cinco Meses en el Parlamento Europeo!
Este posteo sale excepcionalmente desde Amsterdam, donde vine por el día para votar en las elecciones municipales. Sí, y no es la primera vez que voy a otro país para votar.
Pero rápidamente vayamos a lo que pasó esta semana en Bruselas:
Entre otras particularidades, el Parlamento europeo tiene dos sedes. No se trata de dos cámaras en espacios físicos distintos, como en el caso de algunos parlamentos europeos, que tienen la Cámara de Diputados en un lugar y el Senado en otro –a diferencia de muchos congresos en las Américas, que funcionan en un único edificio–; se trata de dos sedes para la misma asamblea. La sede oficial del Parlamento europeo está en Estrasburgo, donde hay plenaria una semana al mes. Las sesiones llamadas "extraordinarias" se desarrollan en Bruselas, al igual que las Comisiones. Y la Secretaría del Parlamento está en Luxemburgo. Pero volviendo a lo de las dos sedes con dos recintos: sí, tener dos sedes representa un gasto enorme. De hecho, hay estudios publicados por la misma UE que indican cuánto se podrían ahorrar. En 2013, ese monto era de € 103 millones anuales (fuente: https://www.europarl.europa.eu/news/en/faq/19/why-does-parliament-move-between-brussels-and-strasbourg). Ya pasaron casi diez años; ahora seguramente es más.
Si bien para el presupuesto de la UE esta cantidad no hace una diferencia, ya que representa el 0,1% del presupuesto de toda la UE y el 6% del presupuesto del Parlamento, puedo suponer que entre las reformas que el Parlamento verá próximamente, alguien propondrá unificar la sede de las sesiones (lo que requeriría una modificación del Tratado de la UE, que a su vez necesita la unanimidad de los estados. "Es complejo".)
Total, que durante la semana en la que la plenaria se desarrolla en Estrasburgo, en Bruselas hay mucha menos gente en los pasillos y todo es un poquito triste. Mi pasantía incluye una semana en Estrasburgo, aunque todavía no sé cuándo iré.
Aproveché de esta calma para que pudieran asomarse al hemiciclo, tan silencioso en estos días:
Esta semana también tuve encuentros con mis tres asesores, que me orientan. En realidad no son mis asesores, son los asesores de la Comisión IMCO. Las comisiones dividen el trabajo entre los asesores, por lo que cada uno de ellos tiene varios dossiers, y yo trabajo con todos los asesores, aunque no con todos los dossiers. Soy un elemento transversal, como se dice ahora. Me interesan especialmente los dossiers sobre el cargador común para dispositivos electrónicos, la regulación de publicidad política, las regulaciones sobre identidad digital e inteligencia artificial. Participo de reuniones, escribo reportes, leo estudios sobre temas que vamos a tratar en los días que vienen, voy aprendiendo el idioma.
Pronto comenzaré ayudar con las enmiendas, pero ya noto cómo en las comisiones, incluso en reuniones de poca gente, hay intereses encontrados sobre los temas más específicos. Por lo general hay una mayoría predecible, pero en algún momento puede que algunas posiciones hagan tambalear un punto de una enmienda. No creo que todo sea político, pero sin dudas estas dinámicas lo son.
El martes tuve un aperitivo improvisado con Sofía, la hispano-francesa ("pero qué café, ¡a esta hora una caña!"). Tiene 22 años, al terminar la pasantía hará un master y habla perfecto al menos cuatro idiomas. Me contó su historia, vivió en diez países y su objetivo es terminar la maestría e irse a vivir al medio del campo, en Sicilia. No lo sabe, pero mientras la escuchaba me propuse aprovechar estos meses para hacerla cambiar de opinión. Lo voy a intentar con esmero y dedicación – ojalá que no lo logre (yo).
La comida en la cantina es espectacular. Esta semana comí pasta, un risotto un poco raro y otro arroz "a la persa". Siempre tengo la impresión de que cuando un plato tiene referencias nacionales, en ese lugar no comen eso. No es ese el caso de Rusia, donde comen lo que conocemos como "ensalada rusa". A veces le agregan pescado, y también la llaman "Olivier", por el apellido del chef que la inventó. Hablando de eso, también comí ensalada rusa, para manifestar la diferencia entre el criminal Putin por un lado, y Rusia, con su cultura, por el otro.
Para los que ahora van a pedir Kyiv-Mule y creen que Dostoyevski y Lavrov son la misma persona.
Y sobre la invasión rusa en Ucrania, percibo una gran preocupación en Bruselas. Y al mismo tiempo, hace solo un mes nos preocupaba que Putin pusiera un pie en Donetsk y Luhansk o que decidiera cerrar la llave de abastecimiento de gas a Europa. Ahora toda Ucrania resiste las embestidas del Kremlin, que van bastante más allá de esas dos regiones en el confín, y por el otro lado la misma Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, dijo que la UE debe dejar de depender de la energía rusa, cosa impensable hasta hace muy poco. Cómo cambia todo en un lapso brevísimo.
Los signos de apoyo de la UE a Ucrania están por todas partes:
El miércoles en la oficina éramos unos cinco, y escuchamos atentamente el discurso de Kaja Kallas, la primera ministra de Estonia, en la plenaria en Estrasburgo. Kallas es una ex MEP de nuestro espacio, Renew Europe, y dejó reflexiones sobre Rusia, Ucrania y la UE. Luego de eso, comentamos esos puntos entre nosotros y la conversación se fue hacia Brexit para terminar en Irlanda. Mi compañera irlandesa, Ciara, nos explicó algunos aspectos de la República de Irlanda e Irlanda del Norte, que (por ahora, agrego) es parte del Reino Unido. También nos dijo que su familia, hace años, estaba de acuerdo con el IRA, el Ejército Republicano Irlandés. Más tarde, el IRA se convirtió en una organización terrorista, deformando la idea original y de alguna manera traicionando a los que lo habían apoyado. O al menos a muchos de ellos.
Actualmente, la República de Irlanda le otorga el pasaporte a los que nacieron del lado de UK, y no hay un hard border (frontera con restricciones) entre ambas Irlandas. Pero con la salida de UK de la UE, cruzar la frontera equivale a entrar o salir de la UE. Todo esto genera un gran caos en ese lugar. Yo creo que en el mediano-largo plazo, cuando los efectos de Brexit sean más concretos, Escocia volverá a buscar la secesión, que eventualmente va a llegar, e Irlanda se reunificará. No por motivos especialmente políticos ni del nacionalismo de Sinn Féin, que es el partido o la institucionalización del IRA, sino por banales motivos económicos.
El jueves me saqué esta foto a la mañana, antes de entrar (la parte vidriada es un pasillo en el que hay estudios de televisión, y conecta el edificio Altiero Spinelli, de la derecha, con el Paul Henri Spaak, de la izquierda):
Y volví a reunirme con los policy advisors para discutir algunas cosas del trabajo de esta semana y la que viene. Después fui a Plux, que ya podemos decir es un lugar horrible. Pasó una hora desde que me senté hasta que me trajeron esto, con la musiquita tatatatá al mango.
No vuelvo más – al menos hasta la semana que viene.
Lo bueno del jueves en Plux es que me encontré con la otra Sofia, que es finlandesa. Fue consejera municipal en su pequeña ciudad y aproveché para preguntarle cosas sobre Finlandia. Lo primero que me dijo es que Finlandia no es parte de Escandinavia (como Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia, porque Finlandia –según indicó– no comparte la cadena montañosa que "une" a los escandinavos), y que el gran centro urbano es el triángulo entre Helsinki, Tampere y Turku.
También me dijo que el finlandés pertenece al mismo grupo lingüístico que el estonio –Estonia está al lado de Finlandia–, y que el húngaro. En alguna parte habrá una explicación para esto. Me contó que Finlandia tenía acceso al Océano Ártico, pero la URSS le cercenó esa salida y otros territorios. Y que eso obliga a Finlandia a dar toda la vuelta para comerciar con China. O a usar el tren que conecta Helsinki con Shanghai, que cruza... Rusia.
"Finlandia" es "Suomi":
Cuando me mostró el mapa en su teléfono, le pregunté por los nombres de los países. Resulta ser que el finlandés suena de lo más gracioso. "Argentina" se dice "Argentiina" y se pronuncia como lo pronunciaríamos nosotros. Si se dijera "Argeentina", más que finlandeses serían cordobeses. Pero no.
Otras particularidades del finlandés: "Países Bajos" u "Holanda" se dice "Alankomaat".
Miren qué graciosos estos nombres:
También me dijo que en finlandés no hay género, por lo que cuando habla en inglés (lo habla perfectamente, no obstante se auto-describa como "del campo") con frecuencia dice "she" cuando habla de un varón, y viceversa. "Tengo que pensar en eso cada vez que hablo, ahora ya sabés que si lo que digo no tiene sentido, es porque soy finlandesa."
Otro tema muy interesante que nombró Sofia fue el de los Sámi, las comunidades del norte de Finlandia. Ella notó que no hay un Comité en la UE que se ocupe de darle cierta protección a esas comunidades, para mantener sus idiomas y su cultura. La insté a que averigüe más y que eventualmente haga un poco de lobby para proponer algo en este sentido. Además, y por suerte para ella, hay varios MEPs finlandeses y en Finlandia son pocos los que quieren venir a Bruselas. Eso le puede facilitar el camino para quedarse trabajando con uno de ellos luego de la pasantía.
El viernes a la mañana tuve una reunión online, hice un reporte buenísimo, lo mandé.
Y después leí unos papers para los meetings de la semana que viene.
Comentarios
Publicar un comentario